lunes, 5 de marzo de 2018

UNICEF

A quienes más afecta la pobreza es a los niños y niñas. Aunque la privación grave de bienes y servicios perjudica a todos los seres humanos, resulta más amenazante para los derechos de la infancia: a la supervivencia, la salud y la nutrición, la educación, la participación y la protección contra el peligro y la explotación. Establece un entorno que perjudica el desarrollo infantil de muchas maneras: mental, física, emocional y espiritual.

Más de 1000 millones de niños y niñas sufren una grave carencia de por lo menos uno de los bienes y servicios necesarios para sobrevivir, crecer y desarrollarse. En algunas regiones del mundo la situación es peor que en otras, pero incluso dentro de un mismo país puede haber amplias disparidades: entre la población infantil de las ciudades y los medios rurales, por ejemplo, o entre los niños y las niñas. Un influjo turístico en una zona puede mejorar las estadísticas generales sobre la pobreza de un país, mientras la mayoría sigue siendo pobre y desprotegida.

Cada una de las privaciones incide en el efecto que tienen las otras. Por ello, cuando coinciden dos o más, las repercusiones para los niños y niñas pueden ser catastróficas. Por ejemplo, las mujeres que deben caminar largas distancias a fin de conseguir el agua necesaria para el hogar no suelen poder prestar asistencia plena a sus hijos, lo que podría afectar su salud y su desarrollo. Y los propios niños y niñas que deben caminar largas distancias para obtener agua tienen menos tiempo para acudir a la escuela, un problema que afecta especialmente a las niñas. Los niños y niñas que no están inmunizados o que se encuentran desnutridos son mucho más susceptibles de contraer enfermedades que se propagan a través de las malas condiciones de saneamiento. La pobreza agrava los efectos del VIH/SIDA y de los conflictos armados, recrudece las disparidades sociales, económicas y entre los géneros y socava los entornos protectores de las familias.

La pobreza contribuye a la desnutrición, que a su vez es un factor importante en más de la mitad de las muertes de menores de cinco años en los países en desarrollo. Alrededor de 300 millones de niños y niñas se van hambrientos a la cama de todos los días. De esta cifra, solamente un 8% son víctimas del hambre o de otras situaciones de emergencia. Más de un 90% sufren desnutrición a largo plazo y carencia de micronutrientes.

 UNICEF responde mediante:
Fomento de las capacidades nacionales para brindar atención primaria de la salud. Alrededor de 270 millones de niños y niñas, algo más del 14% de toda la población infantil en los países en desarrollo, carecen de acceso a los servicios de atención de la salud. Pero mejorar la salud de la infancia es solamente una de las muchas responsabilidades que existen en la lucha contra la pobreza. Un niño sano se convierte en un adulto sano: personas que mejoran sus propias vidas, sus comunidades y sus países. Todas las labores en esta esfera contribuyen también a avanzar el Objetivo 4, mejorar las tasas de supervivencia infantil.

Ayudar a los niños y niñas del mundo a sobrevivir y prosperar es una de las actividades básicas de UNICEF, y la inmunización es muy importante para ello. UNICEF, que es uno de los principales compradores de vacunas del mundo, adquiere y ayuda a distribuir vacunas a más de un 40% de los niños y niñas en los países en desarrollo. Los programas de inmunización incluyen asimismo otras iniciativas eficaces con respecto a los costos en materia de salud, como la administración de suplementos de micronutrientes para luchar contra la desnutrición y los mosquiteros tratados con insecticidas para combatir el paludismo.

Junto a los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales a nivel nacional y de la comunidad, UNICEF trabaja para fortalecer los sistemas locales de salud y mejorar el cuidado del niño en el hogar, algo que incluye la rehidratación oral para salvar las vidas de los recién nacidos con graves casos de diarrea, y promover y proteger el amamantamiento.

Escolarizar a las niñas. Alrededor de un 13% de los niños y niñas de 7 a 18 años en los países en desarrollo no han acudido nunca a una escuela. Esta tasa es de un 32% entre las niñas de África subsahariana (27% para los niños) y de un 33% entre los niños y niñas que viven en las zonas rurales de Oriente Medio y África del Norte. Sin embargo, la educación es tal vez la barrera más firme contra la pobreza, especialmente para las niñas. Las niñas que han recibido una educación tienen más posibilidades de casarse más tarde y tener hijos más sanos. Son más productivas en el hogar y reciben mejores salarios en el lugar de trabajo, son más capaces de protegerse contra el VIH/SIDA y de participar en la toma de decisiones a todos los niveles. Además, esta actividad de UNICEF permite avanzar los Objetivos 2 y 3: la educación primaria universal y la igualdad entre los géneros.

A este fin, UNICEF trabaja en 158 países, y exhorta a los organismos encargados del desarrollo, los gobiernos, los donantes y las comunidades a incrementar sus esfuerzos en pro de la educación de todos los niños y niñas, y posteriormente se encarga de coordinar estos esfuerzos. Los programas difieren de un país a otro según las necesidades y las culturas, pero pueden incluir asistencia en la financiación, logística, tecnología de la información, agua y saneamiento en la escuela, y programas de estudios favorables para la infancia y sensibles a la diferencia de género.


 https://www.unicef.es/

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